Guernica

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jueves, 13 de septiembre de 2012

Perdida de identidad española


España y Portugal fueron las dos primeras naciones de Europa.  Portugal, que fue la primera, terminó la reconquista un siglo antes que Castilla. La unión de las Coronas de Portugal Castilla y Aragón habría significado recuperar casi en su integridad a la Hispania romana y visigoda cuya memoria a través de los siglos incentivó a reconquistar la gran monarquía conquistada por los árabes. Y digo casi en su integridad porque aun faltaría para que fuese la España visigoda incorporar la provincia transfertana de Tingitania, el Marruecos actual.

La unión de las Coronas de Aragón y Castilla mediante el matrimonio de los reyes católicos hizo que ya se llamase a la unión de ambos reinos España aunque los reyes tenían bien claro que faltaba a dicha unión las Coronas de Portugal y Marruecos, de ahí la obsesión tanto de los reyes de la casa de Trastamara, los  de Castilla y Aragón, como los Avis de Portugal, por unir ambas familias para lograr así la unificación definitiva de los reinos y llegar a la verdadera España.


No lo consiguieron ni los Trastamaras ni los Avis y lo lograria años después la casa de Austria con Felipe II aunque esa unión fue por un breve período de tiempo ya que en 1640 Portugal volvería a reclamar su independencia. También en esa época, en plena guerra de los treinta años, en sus últimos años y cuando España estaba ya agotada Cataluña se sublevó contra Felipe IV y juró fidelidad a Luis XIII de Francia. Pau Claris reconoció a Luis XIII de Francia como Conde de BarcelonaCataluña no se declaró independiente de España lo que hizo fue cambiar de bando y pasarse al de los enemigos de España que encabezaba Francia y cuya consecuencia fue que tras esa guerra media Cataluña quedó bajo el dominio francés y así sigue hasta el día de hoy. Cataluña y España perdieron la parte norte de la Cerdaña y el Condado de Rosellón. Desde entonces Portugal fue una nación independiente y Cataluña siguió, dentro de la Corona de Aragón, dentro de España hasta la época actual.


En 1.700 cuando muere sin sucesión el último rey español de la Casa de Austria, Carlos II, se produce en España la guerra de sucesión entre los partidarios del sucesor francés Felipe V de Borbon y Carlos III de Austria que sería el que perdería la guerra y se tendría que conformar con ser Emperador del Sacro Imperio con el nombre de Carlos VI.  En esta guerra en la que intervinieron todas las naciones de Europa en uno u otro bando, Cataluña estuvo en el bando del Archiduque de Austria al que reconoció como rey de España bajo el nombre ya citado de Carlos III y luchó hasta la conquista de Barcelona con todas sus fuerzas pero dentro de lo que era para los catalanes una guerra civil entre españoles. El bando que dicta Rafael Casanova que dirige la defensa de Barcelona contra el ejército de Felipe V el día en que se rinde Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, dice "Se confía que todos, como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudan a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España". Es decir de separatismo catalán nada de nada.



Rafael Casanova y Comes (Moyá, c.1660 – San Baudilio de Llobregat, 2 de mayode 1743) fue un jurista español, partidario del archiduque Carlos de Austria durante la Guerra de Sucesión Española, Conseller en Cap de la ciudad de Barcelona y máxima autoridad militar y política de Cataluña durante el sitio borbónico de Barcelona.


Herido en la batalla final del 11 de septiembre de 1714, Casanova fue exonerado de sus cargos políticos y militares y volvió a ejercer la abogacía hasta poco antes de su muerte. Mantuvo el contacto con varios de los que habían sido dirigentes de la ciudad durante el sitio, así como con los exiliados en el imperio austríaco.



Esto es, a Pau Claris que entregó Cataluña al dominio de Francia se le ejecutó como traidor. A Rafael Casanova que lo único que hizo fue pelear en un bando de la guerra civil de sucesión, no se le hizo nada y siguió su vida normal de abogado hasta su muerte. 


Que no nos vengan ahora con cuentos independentistas que no los ha habido jamás en Cataluña.

domingo, 2 de septiembre de 2012

El Peligro del separatismo


Tanto vascos como catalanes han sufrido de su clase política un terrible lavado de cerebro conducente a lograr separarse de España. En ambos casos con un victimismo ridículo basado en los agravios hechos por el gobierno central de Madrid contra sus respectivas comunidades. Es inútil entrar en una larguísima enumeración de las ventajas de todo orden que han gozado durante los últimos cien años concedidas por los gobiernos de todas clases que ha habido en esos años en España, solo citaremos como los más evidentes la autarquía económica para proteger a la industria textil catalana, que obligó a todos los españoles a consumir los productos textiles catalanes más caros y de peor calidad que los ingleses. O las medidas proteccionistas de la industria vasca metalúrgica al igual que la catalana. El traslado de la industria metalúrgica y siderúrgica malagueña a vascongadas con la protección de la banca vasca y un sistema fiscal más beneficioso que el del resto de la Nación, etc. etc.

¿Qué buscan en realidad los políticos vascos y catalanes? En Cataluña es bien simple: manejar ellos la totalidad del presupuesto de su región. Están dirigidos por una burguesía ciega que solo busca su enriquecimiento y que, dirigidos por las logias, están ayudando a éstas en su fin de destruir España y sus valores.

En Vascongadas el tema es más grave pues junto a la burguesia egoísta y ciega como la catalana y con iguales fines que aquella existe un partido comunista estalinista, que disfrazado de patriota, pero siguiendo los mismos métodos comunistas de siempre (el crimen y la extorsión) han conseguido ya crear un estado comunista dentro del Estado español y persiguen, con la complacencia de los gobiernos de Madrid, extender dicho estado a todas las provincias vascongadas y a Navarra.

En Estados Unidos a mediados del siglo XIX once estados federados del sur decidieron separarse de los estados del norte y se proclamaron una nación independiente. Los estados del norte respondieron que esa decisión debía tomarse por la totalidad de los estados que formaban la Unión y no solo por un grupo de ellos y declararon la guerra al nuevo estado del sur.  

 Como consecuencia de esa guerra civil americana los estados sureños volvieron a ser incorporados a los Estados Unidos. El sur quedó deshecho y hubo estados como el de Virginia en donde no quedaron vivos ni los perros.

Dios quiera que los separatistas españoles aprendan  esta lección, para que dentro de España no tengamos que volver a sufrir el dolor de vivir una guerra civil.

El delito de sedición

La soberanía nacional reside en el pueblo español. En todo el pueblo español. Las distintas autonomías que integran la nación española carecen de soberanía.

Intentar que una región o autonomía pueda decidir unilateralmente su destino es un delito de sedición, y las personas que acometan semejante delito cometen un delito de traición.

Los políticos que fomentan un delito de sedición son culpables del delito de sedición y deberán responder de su traición ante la nación española. El rey y su gobierno, el ejército, las cortes de la nación y la fiscalía del Estado tienen la misión de guardar la integridad nacional y responderán ante la nación española tanto de sus acciones como de sus omisiones.

Hasta la fecha actual no se ha visto al fiscal general del Estado tomar medida alguna contra los políticos que están promoviendo en España el delito de sedición.

En España existe una bandera que llamamos constitucional. Junto a la bandera nacional existen algunas banderas regionales o locales que están por tanto dentro de la ley. Así la bandera del antiguo reino de Aragón se admite como bandera de los cuatro reinos que integraban la corona de Aragón. No son legales las banderas separatistas o sea las que inventan algunos políticos traidores. No hemos visto aun que el Estado con los medios que le asisten impida el uso y exhibicion de banderas ilegales en España. 

domingo, 15 de abril de 2012

Leyes viejas


El antiguo régimen era el sistema político existente desde la edad media, que se suprimió en Francia con la Revolución francesa y en España, a la muerte de Fernando VII en 1833.

¿En qué consistía el antiguo régimen? Era un sistema triestamental, es decir, basado en dividir a la sociedad en tres estamentos: el estamento noble, el eclesiástico y el pueblo llano. A cada uno le correspondía una función social. La nobleza era la obligada de defender a la sociedad, el clero a rezar, educar y mantener viva la cultura y el pueblo a trabajar para el sustento de todos. Era la continuación del sistema ideado por Platón que dividía la sociedad en filósofos, guerreros y trabajadores.

¿Porqué se suprimió este tipo de sociedad? Era un sistema que, con el tiempo, se adulteró y se convirtió en un sistema injusto: los nobles y el clero no pagaban impuestos que solo soportaban los miembros del pueblo.

Las levas para ir a la guerra se hacían mediante el sorteo de quintos, esto es, entre el pueblo llano se reclutaban uno por cada cinco habitantes que de forma obligatoria tenían que acudir a servir al rey. La nobleza y el clero no tenían que someterse a sorteos para servir al rey. Los nobles eran los que, en teoría, tenían que acudir a la llamada del rey con el número de lanzas que figurase en el título de concesión de nobleza. Así, un noble de provincias o de pueblo sin grandeza de España, tendría, por ejemplo, que acudir a la llamada del rey con treinta lanzas a las que se obligaba a alimentar. Un grande de España o un título inmemorial, a la llamada del rey, tendría que acudir con varios miles de lanceros o soldados. Esto era en teoría. En la práctica la nobleza dejó de ser el elemento armado del reino convirtiéndose en un parásito que solo tenía derechos y no se encontraba obligado a nada.

Por si fuera poco la nobleza era el estamento de  donde se proveían los cargos públicos.

Este sistema no podía sobrevivir. Ya, a finales del siglo diecisiete, por la falta de recursos del Estado, se vendieron a la burguesía cientos de títulos nobiliarios. Los burgueses no estaban dispuestos a ir a la guerra. Lo único que querían era dejar de pagar impuestos, que sus hijos no fuesen a la guerra en los sorteos de quintas y poder tener acceso a los empleos públicos fuente siempre de enriquecimiento. Además entraban en el círculo social que envidiaban y al que deseaban pertenecer. Hoy en día, en que la nobleza ya no tiene privilegio alguno, sigue habiendo personas que darían algo por tener un título nobiliario con el que poder presumir ante sus amistades. Conozco a una señora de la burguesía que daría su brazo derecho, o el de su marido, por ser condesa. Es patético, pero indica la admiración que aun hoy sigue inspirando la aristocracia.

Este sistema no podía perdurar y en España tras la muerte del último rey absoluto Fernando VII, se abrió un periodo reformista entre 1833 y 1837, para comenzar a  democratizar el país. Al suprimir la sociedad triestamental eran todos los españoles iguales ante la ley y por tanto todos deberían contribuir a las cargas públicas. Los cargos públicos ya no serían cubiertos por la nobleza. En el siglo diecinueve se empiezan a “inventar” las oposiciones y así cualquier español puede aspirar, en función de sus méritos y no de su cuna, a un empleo público, implementándose la meritocracia. Son grandes avances de la moral y de la ética.

Pero quien hace la ley hace la trampa y la picaresca es común a todos los españoles de todos los tiempos. Y el pagar impuestos no agradaba a nadie y menos que a nadie a los que hasta entonces no los habían pagado nunca: los nobles y el clero.

El último censo del antiguo régimen fue el de Carlos III, en el que había censados como hidalgos o nobles unas quinientas mil personas. Estas eran junto al clero las que estaban exentas de pagar impuestos. El reparto geográfico de estas personas era diverso según su latitud y región. Así, en Andalucía, en los antiguos cuatro reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada, ahora convertidos en las ocho provincias actuales, el número de miembros censados en cada pueblo y ciudad era muy pequeño, pongamos por ejemplo que hubiese censados treinta hidalgos o nobles por cada mil habitantes.

En igualdad de habitantes en Castilla la Nueva, el antiguo reino de Toledo,  en vez de los treinta nobles de Andalucía había censados cien y así sucesivamente iba aumentando el número de nobles censados en Castilla la Vieja según se iba ascendiendo hacia el norte, llegando a pueblos como Santillana del Mar en donde todos sus moradores eran hidalgos. Pero en el antiguo “señorío de Bizcaya”, ahora las tres provincias vascongadas, por el hecho de ser vizcaíno, natural del antiguo  señorío, estaban exentos de pagar impuestos por tener todos los habitantes la consideración de hidalgos.

Y estas prebendas no estaban dispuestos a perderlas los vascos. De aquí nace la defensa de las leyes viejas. Las leyes viejas eran, en resumen, las leyes que establecían la exención de impuestos y los demás privilegios, para los hidalgos censados en el estamento noble.

Cabría preguntarse ¿porqué eran hidalgos todos los vascos?

 Los vascos junto a los cántabros inventan Castilla y el castellano.

Hasta el siglo VIII, los reyes visigodos no habían podido conquistar el País Vasco. En todas las crónicas de dichos reyes se limitan a decir “sojuzgó a los vascones”, esto es, hicieron algunas correrías y mataron a algunos vascos y como mucho hicieron un asentamiento avanzado como Vitoria o conquistaron algún poblado más numeroso como Pamplona, pero nada más. Pero en el siglo VIII se producen dos acontecimientos que cambian la historia: Los vascos se convierten al cristianismo y España es invadida por los árabes.

Lo que no habían conseguido los reyes visigodos con la fuerza de las armas, sojuzgar y asimilar a los vascos, se produce ahora de forma natural. Los vascos acogen dentro de su territorio, dada su natural bondad y sentimentalismo, la oleada de hispanos cristianos que huyen de los árabes infieles, sobre todo la avalancha que viene huyendo de la ciudad de la Virgen: César- Augusta,  Zaragoza. Lo que no habían conseguido los visigodos por las malas con las armas, se consigue ahora de forma natural aceptando como hermanos a los que los eran en la fe.

Y comienza la reconquista.

Y en la reconquista también toman parte los vascos. Ahora ya no luchan contra unos invasores reyes visigodos, luchan ya integrados junto a los demás cristianos contra unos invasores infieles.      

En Asturias se han refugiado los restos de la monarquía visigoda. En la reconquista cuando van hacia el sur, hacia León, sigue siendo la monarquía visigoda con las leyes visigodas, el Fuero Juzgo, con la sociedad estratificada en estamentos como era la sociedad visigoda: el padre de Doña Jimena mira con desprecio al padre del Cid por ser éste un noble de aldea y el padre de Doña Jimena pertenecer a la alta aristocracia del reino.
Cuando los vascos junto a los cántabros y a los demás hispanos refugiados en vascongadas inician la reconquista hacia la Bardulia, la rivera del Ebro, es una nación nueva. El espíritu democrático de los vascos se impone y a cada villa conquistada se le da su propia ley por la que se ha de regir. Es noble cualquier combatiente que sea capaz de matar “moros o caldeos” y todos son iguales y con iguales derechos. Y así nacerá una nación nueva que llamarán Castilla y esa nación nueva con sus once reinos será la llamada a aglutinar a las otras coronas peninsulares, a la corona de Aragón con sus cuatro reinos a la corona de León con sus reinos de Asturias, Galicia y León. No se integrará la antigua Lusitania de la monarquía visigoda por vivir su reconquista con mayor celeridad que los demás reinos peninsulares y ser la primera nación moderna de Europa. Es decir, es Castilla el reino más poderoso, más poblado y más rico el que acomete, junto a la reconquista, la unificación de España y como Castilla es una fundación vasca, los vascos se consideran, por ese solo hecho, que todos son hidalgos y por tanto exentos de impuestos. Guipúzcoa, siempre temerosa de ser anexionada por Navarra, se ve segura y protegida por Castilla y pone como lema en su escudo “Fidelísima a Castilla”.  

La influencia vasca afecta también al castellano. Al ser mayoría los hispanos cuando bajan a la rivera del Ebro, prevalece el romance, pero esta lengua romance es bien diferente a las demás lenguas que se forman en la península como el gallego o el catalán. La influencia del vascuence es innegable en el idioma castellano que es un latín mezclado con el primitivo euskera que necesita del latín para poder expresar innumerables conceptos inexistentes en el idioma vasco.

Cuando se suprimen los antiguos reinos y se establece la división de España en provincias, el País Vasco queda separado de Castilla y se divide en las tres provincias hoy existentes, pero la influencia vasca en Madrid se hace sentir y la burguesía vasca asentada en Bilbao hace valer su adhesión a la niña reina Isabel II a cambio de mantener un sistema fiscal propio. Era muy duro querer mantener la exención total que gozaban en el antiguo régimen pero consiguen un régimen foral propio mucho más beneficioso que el sistema fiscal general de España. La ética  y la moral que implicaba la abolición del antiguo régimen empieza a tener fisuras y a hacer aguas por todas partes.

A lo largo del siglo XIX se suceden tres guerras carlistas en España. Los fundamentos ideológicos de ambos bandos son contradictorios y singulares. Los carlistas quieren una monarquía absoluta basada en la religión y en los fueros antiguos, esto es, siguen añorando el antiguo régimen con sus privilegios y para mantenerlos postulan un poder absoluto para el rey, pero caen en la contradicción de negar al último rey absoluto Fernando VII, el poder cambiar el sistema sucesorio de la corona dejando heredera a su hija Isabel. Los liberales basan los derechos de su reinecita en un acto absolutista del rey.

Pero lo que de verdad está en juego es el concepto cristiano de la vida defendido desde las líneas carlistas con el apoyo de todo el clero y nobleza de los pueblos frente al concepto revolucionario insuflado por la revolución francesa y recogido por los liberales, enemigos acérrimos de la religión y perfectamente dirigidos por las logias con el apoyo mayoritario de la alta nobleza- prácticamente todos los grandes de España excepto el marqués de  Cerralbo-, y de una burguesía adicta al gobierno y enriquecida con el expolio de las leyes desamortizadoras de Mendizábal.

La ética y la moral siguen resquebrajándose. El gobierno de la Nación se considera un medio para un enriquecimiento rápido y fraudulento. Las leyes desamortizadoras han vendido inmensas superficies agrícolas a precios ridículos a los adictos al régimen. No se ha permitido la compra con pago aplazado que habría permitido acceder a la propiedad rústica a los labradores pobres y se ha creado una nueva clase social, la nueva burguesía, muy agradecida y fiel a los que la han enriquecido.

Con el nuevo régimen se han suprimido los señoríos territoriales. La España reconquistada a los árabes se iba repartiendo entre los conquistadores. Cuando Fernando III el Santo conquista Córdoba, reparte sus barrios entre los conquistadores que vienen agrupados por sus municipios de origen, de León, de Toro de Zamora, etc. Igual se hace con las fincas rústicas en los pueblos. Así Espejo en Córdoba se asigna a leoneses, Castro del Río a gallegos y a los nobles que los han comandado en la conquista además de asignarles fincas rústicas y casas se les asigna el señorío territorial con lo que tendrán derecho a cobrar un censo a los moradores de sus respectivos señoríos. Otros municipios se asignan a la corona, con lo que la villa o ciudad será denominada de realengo y la renta o censo de la misma será para el rey. Así en los dos municipios que hemos puesto de ejemplo vemos que Espejo era un feudo de la casa de Osuna y Castro del Río era ciudad de realengo.

Al suprimirse los señoríos territoriales las fincas rústicas del señorío se adjudican a quien pueda probar su propiedad y si el campesino carece de escritura pública que le acredite ser el propietario, la propiedad territorial pasa a ser del antiguo señor local. Es difícil conservar los títulos de propiedad desde el siglo trece por lo que los campesinos sufren un terrible expolio al no poder probar la propiedad de la tierra que pasa a manos de los grandes títulos del reino, poniendo así la carga de la prueba sobre los hombros del más débil, el campesino. Se produce un  fenómeno de creación de una inmensa masa de población sin medio alguno para subsistir que se convierte en un proletariado que irá emigrando  a las ciudades en busca de trabajo.

El antiguo  régimen ha sido sustituido por un nuevo sistema más inmoral todavía que el derogado. La propiedad agrícola, entonces la más importante, ha pasado a las manos de la alta aristocracia que está encantada con la nueva situación. Hasta la supresión de los señoríos la aristocracia basaba su riqueza en la ganadería principalmente aunque ya tuviesen propiedades rústicas. Ahora se convierten en los grandes propietarios latifundistas del campo  y no echan en absoluto de menos los privilegios que gozaban antes.

La corrupción generalizada de la etapa de gobierno de Isabel II, la falta de moral en la reina y en toda la sociedad provocaron su caída y tras un corto periodo con un rey italiano  vino la primera república con sus cuatro presidentes en un año. Con la república se desataron las fuerzas centrífugas de la nación que no pretendían otra cosa que el saqueo de la misma y llevarse el mayor botín posible. Cartagena se declaró independiente, se apoderó de la flota y declaró la guerra a Murcia y a Jumilla. Con la flota se dedicó a saquear las poblaciones de la costa. El delegado del gobierno de Madrid cuando vio desde lejos la bandera de Cartagena pensó que era la bandera turca y telegrafió a Madrid dando la noticia de que Cartagena se había pasado al turco. Era un sainete pero para llorar. Esto dio pié a la tercera guerra carlista. Para luchar por el rey, por la patria que se desmoronaba y por la religión.  

Las guerras carlistas han sido apoyadas en su mayoría por los vascos identificados con los ideales de religión, fueros (leyes viejas), patria y rey pero los vascos han sido vencidos por los ejércitos liberales del gobierno de Madrid y han perdido las tres guerras. En la última estuvieron a punto de ganarla y llegaron a las puertas de Madrid luchando contra la primera república que entonces imperaba en España pero los liberales, las logias, se asustaron y ante el peligro de un rey como era Carlos VII prefirieron volver a la monarquía liberal y trajeron al hijo de Isabel II mediante un golpe de Estado en Pavía que elevó al trono a Alfonso XII.

Los carlistas vencidos militarmente odiaban al régimen liberal imperante en Madrid que los había derrotado. Este odio algunos ignorantes lo tradujeron en un separatismo de la nación española de la que renegaban a pesar de haber sido, en sus orígenes, sus fundadores. Basaron su “identidad nacional” en sus leyes viejas, esto es, los fueros del antiguo régimen y a pesar de tener entre los vascos grandes héroes y conquistadores españoles por su total ignorancia de la historia y odio a Madrid, se inventaron una historia nueva sin base intelectual alguna y basándose en una doctrina totalmente nazi de superioridad de su raza sobre el resto de los españoles y así iniciaron la aventura separatista que ha dado sus frutos como en su día los dio en Alemania para su desgracia.

Las leyes viejas han dado con el tiempo, la incultura y el resentimiento, su fruto. La soberbia que las inspira tiene una muy buena aceptación entre un pueblo ignorante y acobardado por los crímenes. El pueblo vasco que antes, bajo la bandera de España conquistó y evangelizó medio mundo, que tenía los seminarios a rebosar de vocaciones se ve ahora dormido por los cantos de sirena separatistas que le han hecho creer que es una raza superior, como la Alemania de Hitler. Los comunistas radicales han conseguido imponer su ley del terror a base de crímenes y han asaltado el poder aprovechando las oportunidades que les han dado los corruptos gobiernos liberales de Madrid que no han perseguido otro objetivo que enriquecimientos rápidos saqueando el tesoro nacional.
Cabría preguntarse qué favores le deben los políticos a ETA para ir de concesión en concesión hasta el extremo de haber permitido el que constituyan un estado comunista dentro del territorio nacional, en la provincia de Guipuzcoa.