Guernica

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domingo, 29 de septiembre de 2013

El separatismo y el Islam

La burguesía catalana tiene que estar satisfecha, las logias catalanas tienen que estar satisfechas, los radicales separatistas catalanes tienen que estar satisfechos: Los moros que viven en Cataluña están a favor del separatismo.

Los dirigentes catalanes rechazaron a los inmigrantes hispanos por el hecho de que hablaban castellano. Prefirieron que la inmigración fuese marroquí que al venir sin saber hablar castellano lo que aprenderían sería el catalán. Pero los moros no se integran con la sociedad que les acoge. Su religión y el fanatismo de sus dirigentes religiosos los mantienen impermeables a la influencia occidental. Su tasa de natalidad es muchísimo más elevada que la española y saben que en relativo poco tiempo serán mayoría en la sociedad en que viven ahora. Cataluña dejará de ser una parte de España para ¿ser independientes? No, para caer en la terrible tiranía del Islam. Pero eso si, se habrá conseguido el objetivo perseguido que era desmembrar España.

Los permanentes enemigos de Dios y de España tienen que estar satisfechos: su estrategia para deshacer España va dando los resultados apetecidos.

 Por mucho menor peligro los senadores romanos habrían ya nombrado a un cónsul con el encargo específico de salvar la republica.

En la España actual existen instituciones más avanzadas que el senado romano, instituciones que tienen como cometido primordial guardar España. Antes que los problemas económicos, antes que los problemas financieros, antes que los problemas políticos, antes que los sistemas políticos, antes que la democracia, antes que la monarquía está, antes que nada, la supervivencia de la nación española.

Si las instituciones que tienen como razón de su existencia el velar por la seguridad y supervivencia de España no cumplen con su deber incurren en un gravísimo delito de traición.

Aun me acuerdo que cuando cayó el Sha  de Persia Mahammad Reza Pallevi a sus generales, que fueron considerados traidores por el nuevo régimen de los clérigos musulmanes,  tras fusilarlos obligaban a los soldados del pelotón de fusilamiento que escupiesen sobre los cadáveres de los generales.